Me he pasado los últimos seis meses de mi vida pensando qué clase de truco está jugando el destino, para llevarme desde la felicidad absoluta a un parque de diversiones infinito, con más montañas rusas y casas embrujadas de lo que quisiera ver. Alguien gatilló esta cadena sucesiva de eventos y acontecimientos, que me tienen aquí, un sábado en la noche, pensando a quién o cómo debo cobrarle el seguro por el robo de mi corazón. Y no hay caso, nadie se hace responsable de los daños colaterales por haber sido tan feliz y luego haber estrujado hasta la última de mis lágrimas. Ni siquiera él. Particularmente él. Pero tampoco pretendo desconocer las cicatrices de guerra y las medallas de alegría conseguidas bajo la nieve en este verano, debo agradecer cada segundo de felicidad que se ha ido colando de manera invisible y sorprendente.
Sumando y restando, hoy mi ánimo se inclina a sacar la Greta Garbo que llevo dentro... I want to be alone, parece ser la consigna a final de cuentas...
sábado, 20 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)