miércoles, 26 de noviembre de 2008

sin prueba alguna

y esos instantes en Francia los íbamos saboreando kilómetros antes de cruzar la frontera, traíamos el pasaporte en mano, ansiosos (junto con Christian) de tener la prueba que le demostrara al mundo que hasta ese país habíamos llegado... así nomás... andando por las carreteras de País Vasco.
Pero no, sucede que no era necesario, que desde ahí podíamos pasar de un lado al otro con gran libertad y pasando totalmente inadvertidos.
Vaya, creo que es la única vez que hemos querido (y me atrevo a hablar por dani) fronteras en el mundo...
Ahora apuesto por la abolición de ellas, las internas y las externas, las materiales y las imaginarias, las propias y las ajenas... también por eso ando en el camino.

No hay comentarios: